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El Covid-19 es una crisis sanitaria y económica simultáneamente. El confinamiento provocó una caída del PIB del 12% en la UE y de un 33% en los EUA en el segundo trimestre de 2020.

Los especialistas destacan, en primer lugar, el desempleo masivo duradero y piensan que, a largo plazo, los más jóvenes que acaban de incorporarse al mercado laboral serán, probablemente, los más afectados.

España y Méjico lideran el ranking de percepción de riesgo macroeconómico por expertos. El desempleo en EUA ha aumentado a niveles superiores al 10%, pero a pesar de esto, solo unos pocos expertos estadounidenses consideran importante el riesgo macroeconómico (*).

Os mais preocupados e os mais vulneráveis

(*) Informe de riesgos futuros de AXA.

Por otro lado, los riesgos financieros tambien aumentarán. Se espera que la deuda pública líquida global aumente a un 85,3% este año, frente al 69,4% del año pasado. Esto va a cambiar el campo de juego para las generaciones más jóvenes, que van a heredar niveles de deuda sin precedentes. En un futuro, cuando la política monetaria normal sea retomada, puede causar una crisis particularmente dura para los mercados emergentes.

Los expertos creen que los riesgos seguirán obligando a los gobiernos a responder y a recuperarse de los choques ya sufridos y a prevenir y mitigar el impacto de los que están por venir. Las respuestas insuficientes prolongarán el daño económico y financiero de la pandemia y, en algunos casos, provocarán inestabilidad política como ciudadanos insatisfechos para castigar a gobiernos ineficaces.

Además de la salud, la pandemia está actuando como un acelerador de los temas y tendencias geopolíticos existentes. Estas tendencias preexistentes ahora aceleradas por el COVID-19 incluyen la trayectoria de la relación de China con el mundo (y especialmente con los Estados Unidos), la competencia tecnológica, la reorganización de la cadena de suministro, las respuestas políticas al cambio climático global, las políticas nacionalistas y proteccionistas, y el papel y uso apropiado de la política industrial, entre muchos otros temas.

En palabras de Renaud Guidée (Director de Riesgos del Grupo AXA), «La pandemia ha exacerbado la desigualdad: el hecho de que los trabajadores administrativos puedan trabajar de manera segura desde su casa durante el confinamiento, pero los trabajadores manuales no puedan, y, por tanto, esten más expuestos al virus, simbolizaba esto. Es otro factor que puede socavar la cohesión social en muchos países occidentales”.

La pandemia mostró la importancia de Internet; a pesar de algunas preocupaciones iniciales sobre cómo se comportarían las redes de telecomunicaciones y datos con cargas sustancialmente mayores, en general, la infraestructura de Internet resistió bien durante la crisis. La seguridad cibernética ha bajado al tercer puesto como mayor riesgo significativo para la sociedad, pero todavía se considera una gran amenaza. A pesar de este hecho, la continuidad del negocio depende cada vez más de un pequeño número de empresas de tecnología influyentes. A medida que los confinamientos se fueron estableciendo, aplicaciones de videoconferencia antes desconocidas se convirtieron en nombres familiares, cuando millones de empresas y hogares pasaron a depender de sus servicios para realizar negocios y mantenerse en contacto con socios, amigos y familiares.

El riesgo geopolítico lleva a las empresas a reevaluar sus cadenas de suministro; de manera que muchas de ellas están tratando de reforzar sus propias cadenas, reduciendo así su dependencia de ciertos proveedores o proveedores de determinados países, y creando otras más flexíbles y/o regionalizadas. Por otro lado, gobiernos de todo el mundo asumirán participaciones en empresas estratégicamente importantes para evitar la quiebra durante la pandemia. Con un mayor control de las empresas, pueden verse tentados a utilizar medidas proteccionistas.

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La CIP (Confederação Empresarial de Portugal), manifiesta una vez más su gran preocupación ante la falta de acerdo en las negociaciones entre el Reino Unido (UK) y la Unión Europea (EU).

Ante la inminente celebración de la última ronda de negociaciones antes del Consejo Europeo del 15 y 16 de Octubre, fecha que Boris Johnson estableció como límite para alcanzar un acuerdo que pueda entrar en vigor antes de final de año, la CIP reitera la importancia de proteger las relaciones comerciales entre EU y UK.

El presidente de la CIP recuerda la fragilidad de las empresas y economías derivada del actual escenario por causa de la pandemia del Covid-19 y alerta ante la sobrecarga de costes que se derivaría del fracaso de las negociaciones. Afirma, no obstante, su esperanza al considerar “que todavía es posible llegar a un acuerdo razonable a tiempo, si bien para ello es necesaria voluntad política para alcanzar ese objetivo”.

Un estudio promovido por la CIP en 2018 “Brexit: Las Consecuencias para la Economía y para las Empresas Portuguesas”, señalaba un impacto negativo para las exportaciones próximo al 26% en caso de falta de acuerdo en entre la EU y el UK.

A fin de ayudar a las empresas a prepararse para el final del período de transición, la Comisión ha desarrollado guías que se pueden consultar aqui.

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Crecen las alertas ante la eventual falta de acuerdo para el Brexit.

Representantes de diversas áreas alertan sobre los riesgos derivados del NO-DEAL (falta de acuerdo) y para el corto espacio de tiempo que falta para que concluyan las negociaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea. Ante las crecientes tensiones entre ambas partes, los agentes económicos británicos comienzan a poner de manifiesto el valor del incremento de costes que tendrán que afrontar en el futuro próximo.

El British Retail Consortium (BRC), una asociación comercial que representa a los minoristas del Reino Unido, advierte que en caso de no producirse el acuerdo para el BREXIT, las tarifas sobre importación de alimentos y bebidas supondrán un impacto de cerca de £ 3,1 mil millones por año. Y lógicamente ese impacto será trasladado al consumidor final, de forma que el precio de los productos alimenticios se incrementarán sustancialmente. Según los minoristas, no habrá otra alternativa.

Por su parte, un portavoz del Gobierno indicó que “sería beneficioso para ambas partes”, evitar el incremento del precio de los alimentos. Y argumenta que ”el Reino Unido es un importador importante de alimentos y otros bienes por lo que evitar la aplicación de tarifas sería positivo para ambas as partes, particularmente teniendo en cuenta que nuestro compromiso con los elevados estándares reglamentarios”.

Por otra parte, las empresas europeas se mostraron igualmente preocupadas antela falta de un acuerdo comercial a estas alturas, señalando asimismo que se producirán importantes pérdidas.

Para agravar toda esta situación, es necesario contemplar también el eventual caos que produciría en la frontera de Kent. Aunque el tema de circulación de vehículos pesados haya sido ponderado desde el principio como un factor extremamente sensible, lo cierto es que en los últimos días todavía se trabaja en iniciativas como el Kent Access Permit, que contempla la monitorización de matrículas para evitar filas de miles de camiones. Lo cierto es que, si no se produce un acuerdo y se implementan las tarifas aduaneras, podría producirse una falta de suministro de alimentos, combustibles y otros productos esenciales para el funcionamiento de la economía.

La expectación aumenta cada día mientras se multiplican las alertas para los agentes económicos. ¿Estarán realmente preparados para un No-Deal? ¿Qué oportunidades se vislumbran ante una nueva realidad?
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Noticias, SEGURIDAD

La ciberseguridad está directamente vinculada a la reputación de una empresa. Si una organización es atacada o sufre un incidente de este tipo y se pone de manifiesto que la causa de ello ha sido la falta de medidas de seguridad, se traducirá en una pérdida de confianza de los usuarios en esa organización, puesto que puede representar una falta de atención o cuidado por los responsables de la misma en la custodia de la información y los datos de sus clientes o usuarios.

Cada vez se está asumiendo con más fuerza por parte de los consumidores y usuarios que su información personal es valiosa y debe ser protegida, y el hecho de que la organización no tome las medidas adecuadas para protegerla supone una brecha en esa confianza necesaria para entablar y mantener relaciones comerciales.

El daño reputacional puede ser, en algunos casos, considerablemente superior al daño económico directo, puesto que afecta al fondo de comercio, a la imagen comercial y, en definitiva, al potencial de la empresa como generadora de negocio por la venta de sus productos o servicios.

Por todo ello, la seguridad de la información se ha convertido en un elemento esencial para las Organizaciones, sean públicas o privadas, que debe contemplarse como un elemento esencial de su estrategia, que deberá contemplar la implantación de políticas y procesos de control que garanticen la integridad, disponibilidad y confidencialidad de dicha información.

Resulta, así, esencial, poner en marcha un proceso que contempla diferentes fases: identificar y evaluar los riesgos, la mejora de los procesos de seguridad, su cuantificación, la eventual transferencia del riesgo y respuesta ante los ataques y daños derivados de la pérdida de información. La correcta definición e implantación del proceso garantizará en mayor o menor medida la limitación de impactos tecnológicos, así como los legales, regulatorios, financieros y reputacionales.

En la fase de identificación y evaluación, los riesgos son identificados, analizados y evaluados. Los resultados de este análisis se han de documentar, incluyendo amenazas y vulnerabilidades, y acciones prioritarias. En este proceso se deben asignar también las fuentes del riesgo, su probabilidad e impacto en el negocio.

La siguiente etapa supone el tratamiento y mejora del riesgo. Definir los controles a implementar, con el fin de reducir el nivel de riesgo previamente identificado. En caso de no haber llevado a cabo una correcta e íntegra evaluación del riesgo, la respuesta no será efectiva y completa.

El resultado de este proceso será una lista con controles y objetivos de control seleccionados, un plan de tratamiento de riesgos que incluye la aceptación de riesgos residuales, un plan de implementación de control y solicitudes de cambios en el proceso de gestión de cambios de la seguridad de la información.

La tercera fase es cuantificar, en términos económicos, el impacto de los riesgos, mediante un análisis detallado que permita determinar las consecuencias financieras resultantes en caso de pérdida en aquellos escenarios de riesgo cibernético identificados, valorando y cuantificando tanto la pérdida máxima estimada como la pérdida máxima probable, con el fin de evaluar y facilitar la transferencia del riesgo al mercado asegurador.

Como última etapa se ha de definir el proceso de respuesta, cuyo objetivo es detectar, informar, evaluar y gestionar incidentes. Los resultados de este proceso se utilizan para mejorar y robustecer otras actividades como la gestión de cambios y la concienciación y formación a empleados.

La concienciación en materia de ciberseguridad debe basarse en el establecimiento de un programa de concienciación, formación y educación para garantizar que todo el personal reciba la educación necesaria en materia de ciberseguridad, mitigando el riesgo y reduciendo los niveles residuales aplicables.

Mención aparte, merece el hecho de que, con frecuencia, los servicios de IT son externalizados. Los proveedores de servicios son terceros que colaboran con nuestra organización para facilitar, permitir y mejorar el funcionamiento de la misma, cada vez más conectados a nuestro entorno tecnológico de forma directa y, en muchos casos, accediendo al interior de nuestros sistemas tecnológicos con permisos específicos de todo tipo, desde los más limitados hasta los más amplios.

Por ello, a la hora de establecer un esquema de seguridad de nuestro entorno tecnológico y de nuestra información, resulta un elemento clave la gestión de los proveedores como eslabón fundamental de esa cadena. De nada sirve disponer de las medidas de seguridad más avanzadas y del esquema de cumplimiento más perfeccionado, si el proveedor que se conecta a mi entorno y accede a la información no dispone del mismo nivel de medidas de seguridad.

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